Entendiendo el fenómeno del correr sin doblar las rodillas
Seguramente, has visto a tu hijo correr y te has dado cuenta de que lo hace de una manera peculiar, casi como si estuviera en una competencia de “quien corre más recto”. Esa postura, donde las rodillas parecen ser meras espectadoras, puede generar preocupaciones y la inevitable pregunta: “¿esto es normal?”. Si la manera de correr de tu pequeño te tiene rascándote la cabeza, no estás solo. En este artículo, vamos a desmenuzar las posibles causas de este comportamiento y, lo más importante, cómo puedes ayudar a tu hijo a mejorar su forma de correr. Así que, agárrate que este viaje a la ciencia del correr infantil va a ser interesante.
Causas comunes del correr sin doblar las rodillas
Desarrollo motor y coordinación
Los niños pasan por diferentes etapas de desarrollo motor. Algunos pequeños son más aventureros que otros y exploran el mundo a través de movimientos extraños. Correr con las rodillas rectas puede ser simplemente una fase del desarrollo. ¿Te imaginas a un ave pequeña que da sus primeros pasos? Al principio, puede tambalearse y moverse de formas graciosas. De forma similar, tu hijo puede adoptar esta forma de correr mientras intenta coordinar sus movimientos. Es completamente normal, aunque pueda parecer extraño.
Influencias externas
A veces, lo que observan en su entorno influye en cómo se comportan. Imagina un niño que juega videojuegos donde los personajes corren de manera exagerada. Ese comportamiento puede trasladarse al mundo real. Si tu hijo ve a otros niños correr así, sobre todo en el patio de recreo, puede que comience a imitarles. Nunca subestimes el poder de la imitación: es uno de los modos más efectivos de aprendizaje y, a veces, es simplemente eso, un juego.
Inseguridades físicas
La falta de confianza en su propia capacidad motora puede hacer que los niños eviten mover sus rodillas como deberían. Si están experimentando dolor o tienen algún tipo de incomodidad, podrían desarrollar malas posturas de carrera como una manera de evitar el malestar. Si crees que esta puede ser la razón, lo mejor es consultar a un especialista, porque es esencial descartar cualquier problema físico antes de que se convierta en un hábito.
¿Es motivo de preocupación?
La respuesta corta es: depende. La mayoría de las veces, esta peculiaridad no es motivo de alarma. Sin embargo, hay momentos en que podrías querer prestar un poco más de atención. Si observas que tu hijo tiene dificultades para correr, se queja de dolor o muestra signos de fatiga extrema, sería sensato buscar la opinión de un pediatra o un fisioterapeuta especializado en niños. Recuerda, la clave es estar atento, pero no entrar en pánico por cada cosa que parece extraña.
Cómo ayudar a tu hijo a correr correctamente
Ejercicios de fortalecimiento
Una de las mejores formas de ayudar es a través de ejercicios que fortalezcan sus piernas y mejoren su coordinación. Actividades como jugar a saltar, andar en bicicleta o realizar juegos que involucren carrera pueden ser muy beneficiosos. Esto no solo le dará más confianza, sino que también mejorará su forma física y, en consecuencia, su forma de correr.
Juegos de imitación
Convierte el aprendizaje en un juego. Puedes hacer que corran juntos para ver quién puede mover las rodillas más alto o más rápido. El simple hecho de hacer que se diviertan mientras practican puede tener un gran impacto. Recuerda, el juego es una herramienta poderosa para el aprendizaje en los niños.
Clases de deporte
Considera inscribir a tu hijo en alguna actividad deportiva. Deportes como el fútbol, el baloncesto o la natación no solo les enseñan habilidades motrices, sino que también les brindan una gran dosis de socialización y confianza. Además, estarán rodeados de otros niños, lo que puede hacer que quieran imitar las formas correctas de correr.
¿Qué hacer si la situación persiste?
Si después de un tiempo de prácticas y juegos, notas que la forma de correr de tu hijo sigue siendo la misma, es recomendable buscar una evaluación profesional. Un fisioterapeuta puede evaluar su caminar y correr y ofrecer ejercicios específicos que ayuden a corregir cualquier problema. No olvides que la intervención temprana puede marcar una gran diferencia.
Como padres, queremos lo mejor para nuestros hijos, y verlos correr puede ser tanto un signo de alegría como de preocupación. Pero es importante recordar que cada niño es único y se desarrolla a su propio ritmo. Si bien es normal que te cuestiones la curiosa manera en que tu pequeño se mueve, muchas veces es solo parte del aprendizaje y del juego. Mantén un ojo vigilante, pero también dale espacio para que explore y desarrolle su propio estilo. Después de todo, la infancia es un lugar repleto de aventuras, y cada pequeño trote es un paso en el camino hacia su desarrollo. ¿Quién sabe? Quizás algún día, esa peculiaridad se convertirá en un talento especial. ¡Confía en su proceso!
¿Es normal que todos los niños corran así?
No todos los niños tienen la misma forma de correr. Cada niño tiene su propio estilo, pero muchos pueden pasar por etapas similares. Lo importante es observar si hay cambios significativos en su comportamiento o si presenta algún tipo de incomodidad.
¿Qué ejercicios son los mejores para mejorar su forma de correr?
Ejercicios que involucren saltos, carreras cortas y juegos donde se simulan movimientos de cuerda suelen ser efectivos. También puedes incluir juegos como “el que llega primero” que pueden incentivar una mejor forma de correr.
¿A qué edad debería preocuparse si no mejora su forma de correr?
No hay una respuesta exacta, pero si el comportamiento persiste después de varios meses y continuamente se siente incómodo, es momento de evaluar con un profesional. Recuerda, la intervención temprana siempre es clave.